
¿Por qué nos gustan tanto los amores imposibles o difíciles? ¿Por qué parece que nos gusta sufrir? Nos sueles atraer los retos, las metas a las que hay que llegar superando numerosos obstáculos; porque eso es lo que has hace diferenciarse del resto, la satisfacción que sientes al recordar por todo lo que has tenido que pasar y cómo has logrado superarte a ti mismo, luchando por lo que soñabas, hasta no parar por conseguirlo.
Algunos piensan que las cosas fáciles son las mejores, pero yo pienso que esto no es así. Creo que nos encantan los retos, las cosas que no se sirven en bandeja. Nos gustan los amores que son difíciles de conseguir, porque es lo que los hace ser especiales, lo que los hace ser verdaderos y lo que hace que perduren por años y años.
Los dos protagonistas de la siguiente historia son dos jóvenes que siempre se habían amado en secreto y que nunca habían expresado sus sentimientos por el temor y el miedo que sentían a sus respectivos amigos. Ellos dos pertenecían a dos grupos distintos de jóvenes que siempre se habían enfrentado. Ella, era una más de su grupo, una chica mona como otra cualquiera, pero que no llamaba especialmente la atención. Él, era el popular, el líder, al que todo el mundo seguía fuera por donde fuera y el que siempre tenía la razón dijera lo que dijera. A pesar de esto, ambos tenían una cosa en común: amaban a alguien y no podían expresarlo al mundo.
Pero esto, un día cambió. Decidieron quedar los dos a escondidas y se contaron lo que sentían el uno por el otro. Desde aquel día que se contaron todo, que se dieron su primer beso bajo la luz de la luna llena y de las miles de estrellas que les rodeaban, comenzaron a salir. Salieron a escondidas de sus amigos, o de los que ellos creían que eran sus amigos. Todo era perfecto, el juego al que se estaban enfrentando, en el fondo les gustaba; eso les hacía ser más fuertes y estar más unidos que cualquier otra pareja.
Vivían en un cuento en el que sólo existían ellos dos, ellos eran los únicos protagonistas de ese cuento, de su cuento. Pero todo lo bueno se acaba... Les acabaron pillando y él tuvo que decidir entre ella y sus amigos. Decidió lo segundo y así, rechazar al amor de su vida por miedo a que se pudiera acabar algún día y verse solo, y eso, él ni lo quería, ni lo deseaba.
Pasaron los días y ella estaba hundida. Salía con sus amigos, pero ya no era la misma de antes. Le faltaba él, su mirada, su sonrisa, sus caricidas, sus besos... pero sobre todo, su apoyo, ese apoyo que jamás había encontrado en otra persona. Pasaron meses hasta que él decidió volver a acercarse a ella. Le pidió perdón y le demostró que sin ella, su vida era vacía, como playa sin mar, y le prometió que dejaría todo por volver a estar con ella, a su lado. Dejaría a sus amigos de la infancia, dejaría todo por ella, por su amor verdadero. No le importaba el quedarse solo, únicamente le importaba compartir su vida, su presente y su futuro con ella, con la niña que le había robado el corazón con aquellos maravillosos y cautivadores ojos celestes. Ella le creyó, volvieron a ser aquellos dos enamorados que iban agarrados de la mano como muestra de que ninguno de los dos iba a dejar que el otro de cayera en el camino del amor y de la felicidad. Se quedaron sin amigos, pero eso, no les importó. Estaban ellos dos solos, y eso era lo único que les importaba: el tenerse el uno al otro.
Esta pequeña historia es una muestra de cómo nos gustan los amores complicados, pero esto no quiere decir que sea algo malo. Si consigues llegar a ese amor, llegarás a conservarlo durante mucho tiempo, o incluso durante toda la vida. La diferencia entre un amor fácil y un amor con obstáculos, se basa en que este último es el verdadero, el que de vertad te puede hacer sentir mariposas en el estómago y el que te hace latir cada día tu corazón.